¿Tienes que hacerte un análisis de sangre y no puedes dormir la noche anterior sólo de pensarlo? ¿Si escuchas conversaciones relacionadas con la sangre te mareas? ¿Te desmayas sólo de ver una inyección?
Si alguna de tus respuestas es afirmativa seguramente tengas un intenso miedo y evitación de las situaciones que puedan estar en contacto con la sangre, heridas o inyecciones. Este contacto puede ser directo (análisis de sangre) o indirecto (leer un post relacionado con la sangre). Estamos hablando de la Hematofobia o fobia a la sangre/agujas/heridas.
La Hematofobia, a diferencia de las demás fobias, tiene un componente genético elevado; por lo que seguramente, si la padeces, habrá alguien en tu familia que esté en tu misma situación.
Además, también se diferencia de las demás fobias en su respuesta bifásica. En todas las demás fobias al aparecer un estímulo catalogado como “peligroso” aparecen respuestas ansiosas (sudores, temblores, tensión muscular, aumento de la frecuencia cardíaca, etc) que hacen que queramos huir o evitar la situación temida. Mientras que en la Hematofobia la respuesta tiene dos fases:
Primera fase: Es igual a la del resto de fobias, ante un estímulo (escuchar hablar sobre sangre) aumenta nuestra frecuencia cardíaca debido a la activación del Sistema Nervioso Simpático. El principal miedo que existe en las personas con hematofobia es el de llegar a desmayarse.
Segunda fase: Ocurre todo lo contrario a la primera fase, disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial hasta que llegamos a sentir mareo e incluso podemos llegar a desmayarnos. Lo más normal es que la persona llegue a desmayarse. El desmayo estaría producido por la caída de la presión arterial que llevaría a una “desactivación” del cerebro.
Es importante tratarla porque es el miedo a algo que, tarde o temprano, nos tenemos que enfrentar: todo el mundo necesita hacerse algún análisis a lo largo de su vida. Normalmente, los pacientes que lo padecen evitan cualquier prueba médica relacionada con la extracción de sangre, pudiendo tener consecuencias negativas para la salud. Además, es especialmente importante cuando nos encontramos ante personas con problemas graves de salud o trabajadores del sector sanitario.
También hay que tener en cuenta que es más común en los niños y hay que aprender a detectarla cuanto antes porque cuanto más asentada esté la fobia en nuestro cerebro, más nos costará después hacer que disminuya.
Por lo tanto, si crees que tú o alguien de tu entorno tenéis fobia a la sangre/agujas/heridas busca ayuda psicológica profesional, ya que la hematofobia es tan importante como la depresión o el TOC. ¡No dejes que te impida ejercer tu vida con total normalidad!