En consulta vemos infinidad de personas con conflictos personales provenientes de dudas. Dudas con respecto a qué camino decantarse, qué decisión tomar… en definitiva qué queremos.
Dudar, un comportamiento tan humano como destructivo y más cuando nos replanteamos decisiones que ya fueron tomadas en su momento, ¿no es así?
Recuerdo el caso de una chica, la vamos a llamar Vega, que tras un largo trabajo consiguió salir de una relación en la que no era feliz, en la que para poder permanecer en ésta tenía que, en ocasiones, negarse a ella misma. Finalmente, tras tomar consciencia de que estaba en una relación en la que había tenido que luchar demasiado y renunciar a su concepto de pareja, decidió tomar las riendas de su vida, y que su felicidad no dependiera de nadie más que de ella.
Tras empezar un largo camino en el que la tristeza y la incertidumbre eran protagonistas fue consiguiendo grandes logros. Empezó a sentirse fuerte, respetada y querida por su entorno hasta que por fin empezó a experimentar el significado de libertad, sintiéndose más fuerte que nunca.
Hace un par de semanas Vega tiene noticias de su ex pareja. Tras unos meses de distanciamiento, éste, ahora, le prometía haberse dado cuenta de no haber estado a la altura y afirmaba que ahora que él se encontraba bien, ahora que había superado sus miedos podrían ser felices y que por fin él podría respetarla y amarla como ella se merece.
Aquí es cuando Vega vuelve a sentirse como aquella Vega insegura y frágil que conocí. Todo lo conseguido en este tiempo se tambalea y vuelve a dudar sobre ella misma, sobre su valor, dignidad y sobre lo que se merece. Vuelve a experimentar ansiedad, frustración y pérdida de ilusión. Con estas alertas emocionales podemos tomar consciencia de que está sufriendo.
Nos volvemos a encontrar en una situación confusa, problemática, que exige solución psicológica y práctica. Pero lo cierto es que si tiempo atrás ya llegamos a una conclusión tan contundente como abandonar una relación que no te aporta felicidad, ¿por qué replanteárnoslo? No nos damos cuenta y Vega se plantea luchar por una relación que no le gusta y que no la hace feliz. Estamos en el momento de plantearnos las siguientes preguntas:
¿Para qué?
¿Cuál es la razón por la que sigo aferrándome a algo que me duele?
¿Qué beneficio obtendría volviendo a esta relación?
¿A qué le tengo miedo?
Supongo que las respuestas van de la mano de la “falsa” comodidad que nos da lo conocido, lo familiar, la rutina, a lo que estamos acostumbrados…
Vega es completamente consciente de lo que tiene que hacer, ahora es momento de recordar las razones por las que decidió salir de allí y practicar el auto respeto.
Con auto respeto me refiero a recordar las decisiones importantes que ya hemos tomado. Tras percibir los pro y contra de cada decisión implica ser consecuentes y responsabilizarnos de las decisiones que hemos ido tomando.
El auto respeto por bandera, ese tiene que ser nuestro lema.