J vino a consulta el verano pasado por una dependencia al alcohol, cerveza sobre todo.
Sabemos que cuando una persona tiene un problema de consumo, este tiene su funcionalidad (véase post), sirve para algo, normalmente gestión de una emoción. En este caso, le servía para evadirse, relajarse y “olvidar” los problemas, “anestesiar” el dolor.
Indagando vemos que cuando era pequeño sufrió de abusos, algo que no ha sido superado y que lo tiene bien presente en su memoria.
Sólo vino dos veces, notando mejorías, pero sin ser abstinente.
Ahora ha vuelto a venir, con una depresión que ha hecho que el consumo vaya aumentando, hasta llegar a dos litros diarios.
Hablamos de patología dual (véase post) cuando a la vez aparece una adicción y un problema psicológico o enfermedad mental, ya sea, ansiedad, depresión o algún trastorno psicótico o de personalidad.
En este caso, podríamos decir que la depresión viene dada por un trauma infantil no superado, además de la pérdida de identidad ya que actualmente vive en un pueblo que no es el suyo y no ha conseguido acoplarse, echando de menos mucho su ciudad.
Esto se convierte en un bucle, un círculo vicioso que cada vez cuesta más salir, es como una espiral que va entrando más y más. El alcohol le ayuda aparentemente, alivia el malestar momentáneo, pero hace que el problema aumente, haciendo que se sienta con menos ganas de salir de esto.
Me pide ayuda de forma desesperada. La cuestión es que debemos analizar cómo empieza esta depresión, aprender habilidades para salir de ello, y focalizar los pensamientos hacia el cambio, haciendo que su vida de un cambio Rumbo hacia su Bienestar.
Al menos es consciente y pide ayuda, pero hay muchas personas que están en una circunstancia parecida y no logran dar el paso.
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