El término depresión se ha vulgarizado. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la depresión no tiene nada que ver con la tristeza.
La tristeza, es una emoción básica. Sentirla es totalmente normal. Es una emoción natural del ser humano, y es igual de necesaria que cualquier otra. Conforma un mensaje útil para nuestro equilibrio.
Las emociones, tanto las positivas, como las negativas son señales informativas que dirigen nuestra conducta en las situaciones vividas. Ayudan a que tomemos conciencia de la situación para así poder tomar decisiones y adaptarnos a la realidad.
La depresión en cambio, es una enfermedad que produce un sufrimiento devastador. Es la incapacidad de sentir placer de cualquier tipo.
La decisión más banal supone una montaña insoportable. Se tiene intolerancia al dolor, cualquier molestia física es horrible. Además, hay una alteración de los ritmos circadianos. Es decir, el patrón del sueño se pierde y aunque se duerma durante horas se tiene la sensación de no descansar e incluso de que nos levantamos peor de lo que estábamos la noche anterior. Además, la depresión cursa con una disfunción cognitiva generalizada. Dificultad para concentrarse, falta atencional y de memoria… junto con ideas o pensamientos que nos resultan difíciles de controlar. Ideas de culpa, de negación, de incredulidad, ideas de muerte…
Pensamientos intrusos que aparecen de forma automática y repetida, siendo de naturaleza desagradable. A continuación podemos ver algunos ejemplos.
Sobregeneralización: A raíz de un caso aislado generalizar una conclusión válida para todo. Ejemplo: “Mi hija no me ha llamado, no le importo a nadie”.
Abstracción selectiva: enfocarse en modo “visión túnel” únicamente en ciertos aspectos, normalmente negativos y perturbadores. Ejemplo: “Se me ha quemado el arroz, soy una cocinera pésima”.
Inferencia arbitraria: Emitir juicios o extraer conclusiones de manera rápida o impulsiva, basándonos en una información incompleta o errónea. Ejemplo: “María me ha dicho que no quiere tomarse un café hoy conmigo, nadie me quiere”.
Sesgo confirmatorio: Tendencia a interpretar la realidad de manera que confirme nuestras creencias previas. Ejemplo: “Me he equivocado, si ya sabía yo que no sirvo para nada”.
Lectura de pensamiento: Presuponer las intenciones o cogniciones de los demás. Ejemplo: “Me miran porque voy haciendo el ridículo”.
Error del adivino: Creer cómo será el futuro y actuar conforma a ello. Ejemplo: “no voy a hablar con mi jefe porque sé que no va a tener en cuenta lo que yo le diga”.
Personalización: Suponer que todo lo que la gente hace o dice tiene que ver directamente con uno mismo. Ejemplo: “Vega tiene mala cara, debe estar enfadada conmigo”.
Como veis la depresión es un trastorno emocional de larga duración, que implica cambios importantes en la forma de sentir, de pensar y de actuar.
Hablar de tristeza y depresión suele llevar a confusión y en realidad nada tiene que ver estar deprimida con sentirse triste, ¿os dais cuenta?
Para finalizar repasamos algunas diferencias.
La depresión es un trastorno psicológico.
La tristeza es una emoción pasajera.
La depresión va asociada con abulia. Dificultad para enfrentarse a la vida diaria.
La tristeza no necesita terapia. La depresión sí.
Espero que estas idean os sirvan de invitación para reflexionar y revisar sobre la diferencia entre ambos términos así como para darnos cuenta de qué uso hacemos de la palabra depresión.
Ahora que conocemos esto, ¿recorremos junt@s el camino hacia el bienestar?