Si os preguntara o pidiera que pensarais en una familia ¿Cuál sería vuestra representación mental? Para la mayoría de gente nuestra imagen mental es la de una familia tradicional con una papá, una mamá y uno o dos hijos. En la actualidad y desde hace años ya, el modelo de familia tradicional se a quedado obsoleto y han surgido muchos más tipos de familias. Hoy quiero que hablemos y reflexiones sobre las familias reconstituidas. Estás son aquellas en las que una o ambas partes de la pareja tienen hijos de un matrimonio anterior.
El origen de la formación de la primera familia dista mucho de la formación de las que hoy tenemos en mente. ¿Por qué creéis que son tan difíciles los inicios de este tipo de familias? Pues no es otra cosa que por miedos, inseguridades y expectativas completamente diferentes de cada uno de los miembros. Y desde luego no es lo mismo todas estas inseguridades, miedos y expectativas siendo el padre, la madre, la nueva pareja en cuestión o los hijos. Cada una de las personas nombradas anteriormente lleva consigo una mochila de experiencias, de formas de querer, de formas de hablar y de necesidades.
Poniéndonos en la piel de los peques o adolescentes de estas familias los miedos más típicos suelen ser la pérdida de cariño y/o atención de su padre o madre, el deseo de que sus padres vuelvan juntos y continúen siendo una familia a pesar de ser conscientes de la cantidad de discusiones que puedan haber habido. En algunos casos la necesidad de aislarse del mundo y hacer “como si no pasara nada” y que hayan conductas disruptivas o incluso, en el caso de los adolescentes, conductas de riesgo, son sus vías de escape y de decir “estoy pasándolo mal, y aunque te diga que me dejes en paz, necesito que me ayudes”
Poniéndonos ahora en la piel de esa persona adulta que ha dejado atrás parte de su historia de vida e intenta rehacer o al menos seguir avanzando, podemos encontrarnos con miedos e inseguridades como que esa nueva pareja y sus hijos se lleven bien e incluso tener grandes expectativas, que muchas veces distan de la realidad, con la formación de esta nueva unión y familia. En esta nueva pareja reaparecen heridas pasadas y necesidades no cubiertas con respecto a las relaciones previas.
Y así, tanto con peques o adolescentes y adultos, podríamos estar un buen rato hablando sobre más miedos e inseguridades. En este sentido, y como adultos que necesitamos cariño, atención y que nos quieran incondicionalmente, al igual que los peques, la herramienta clave es una buena comunicación o incluso más allá, una buena comunicación afectiva. Saber hablar de lo que nos está ocurriendo y de lo que sentimos con nuestros hijos, padres y pareja acompañado de una escucha activa son la clave.
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