Motivo de consulta: “tengo una adicción”. En mi día a día escucho esta primera frase de las personas que pasan por mis manos. Pero es importante reflexionar sobre todo aquello que hay detrás de esta afirmación.
Las personas que presentan un problema de adicción no son conscientes muchas veces que la adicción en sí es la punta del iceberg, es lo que se ve como problema, pero que precisamente está eclipsando más situaciones a resolver por debajo. Ciertas situaciones a resolver que se convierten en un laberinto que causa demasiado dolor.
Y lo que buscan de una forma automática es anestesiar ese dolor.
Si a esto le añadimos que la persona deja de ser ella misma en esencia, y aparece lo que llamamos un personaje que a veces está fuera de sí. Ese personaje va alejándose de su luz, de su energía, de su ser. Convirtiéndose como un fantasma gris donde en su día a día no cabe el disfrute de las pequeñas cosas y la pasión por la vida.
Son personas que tienen en común una baja autoestima fomentada por una pérdida de identidad de su ser, no saben quienes son sin la adicción, no se reconocen en el espejo, han olvidado la capacidad de amarse y creer que son capaces de enfrenarse a lo que temen, a ponerse delante de ese dolor y disuadirlo.
Entonces se convierte en un círculo vicioso, hay adicción para aliviar el malestar que me produce si empieza a asomar la realidad, y cuanto más consumo más se magnifica y se hace más grande todo aquello que está debajo del nivel del mar, un iceberg enorme, mucho más grande que la propia adicción.
¿Y si empezáramos por ser consciente de lo más profundo? ¿Y si empezáramos a romper esa parte del iceberg que no se ve y te causa tanto daño? ¿Y si buscamos esa ansiada autoestima que me empodere y me dé seguridad para vencer la adicción? ¿Y si aprendemos a canalizar lo que nos duele, y de esa manera cicatrizamos y sanamos?
¿Te acompaño? Rumbo hacia tu Bienestar